Este finde fui conocer a MOOI. El restaurante, "de autor" por donde lo mires, queda en Belgrano, sobre Cuba al 1985. Y si pasas por la puerta, simplemente vas a querer entrar.
Eso me había pasado hace un mes atrás, mas o menos, y esta vez dijimos "vamos".
Estuve para el almuerzo, llegamos justo, nos toco la ultima mesa para 2. Igual, al rato habilitaron la parte de arriba, un salón de eventos que funciona como comodín cuando somos muchos los que queremos estar allí.
Todo el lugar es una belleza. Es lindo, sin ser lujoso. Es colorido pero no empalaga.
El atendimiento también me gusto mucho, aunque haya escuchado comentarios negativos por ahí. Igual, tampoco soy muy exigente en relación a eso, para mi la gente que trabaja en lugares de atendimiento al publico tiene que ser eficiente y, no, hacerme mimos. Creo que a veces los clientes se pasan un poco con sus necesidades.
Leí muchos comentarios de personas disconformes con la comida, destacando la "des-combinacion" con el ambiente. Creo que el lugar es tan lindo que el paladar pide el mismo impacto que tuvo la visión. Es entendible.
En mi caso, fue un término medio. Mientras esperábamos el pedido, tomamos un jugo natural y colorido llamado "Power C". Delicia! Luego, el plato que pedí vino con un pedacito medio crudo, lo que quizá sugiere falta de atención. Ya el "postre Oreo" curó todo; riquísimo.
La verdad que no fue un "como pasé mi vida sin probar esto". Por ahora el lugar parece tener más vocación para café que para restaurante. Pero pienso en la idealista de todo el proyecto comer-con-los-ojos-y-comer-con-la-boca, Jéssica Lékerman, y creo que tiene todo para arreglar ese "detalle". Hay mucho potencial en la claridad del ambiente, en el cuidado de las cosas.
Yo vuelvo seguro y llevaría gente a conocer diciendo "es muy lindo y se come bien".
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